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Editorial
La eleccion del domingo 2 de junio será histórica para el EdoMéx, ya que será la primera sin que un gobernador del PRI despache después de 95 años en el poder ejecutivo estatal y por el contrario la primera prueba electoral que encarará la izquierda siendo gobierno.
En este 2024, los carros completos de los años ochentas, serán solo historias de monografía. los discursos llenos de alegorías y mensajes entre líneas de Emilio Chuayffet, Pichardo o Montiel, también; se acabaron los tapados, las señales políticas, y los dados cargados en el presupuesto electoral o al menos para el PRI en esta elección.
Desde 2023, el principal bastión del PRI en el país, perdió las elecciones dando paso al primer gobierno de izquierda en la entidad, encabezado por la maestra texcocana, de extracción morenista Delfina Gómez Álvarez, quién después de dos nominaciones una en 2017 y la segunda en 2023, es la titular del poder ejecutivo y quien hasta la fecha no acaba de consolidar una idea de gobierno.
El PRI sostuvo por muchos años la hegemonía en la entidad, dictando reglas, y viendo crecer una clase política que alcanzó respeto nacional, tanto para nombramientos de orden electoral como en la administración pública, fueron el mismo grupo que logró recuperar en el 2012 la presidencia de la república, tras 12 años de alternancia con Acción Nacional, venciendo incluso al propio Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial de ese año.
El PRI mexiquense hace poco menos de una década se desbordaba por una nueva oportunidad para recuperar la confianza de la ciudadanía, con los resultados de 608 compromisos cumplidos de su candidato y ex gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto quien aún y con todos sus bemoles hizo obra hidráulica, repavimentaciones, autopistas y hospitales, en el EdoMéx y sin duda fue el último gobernador que se enorgullecía de ser priísta.
La nostalgia del pasado nunca es sana, pero las comparaciones deben ser precisas; el estilo de gobernar la entidad más grande del país tiene sus razones, pero más allá de sus estilos, la lógica de cualquier gobierno ante el reto de la renovación de diputados y presidentes municipales sería, por un lado tener listos para los votantes, los primeros resultados visibles para sus gobernados y guardar un orden político que propicie alcanzar mejores resultados electorales para su partido, no se trata de que se repliquen las formas pero si no hay orden político tampoco habrá la forma de alcanzar mayorias, el bajo perfil también es una debilidad que la gobernadora no se puede dar el lujo de cargar.
A 7 meses de iniciar la administración estatal la gobernadora Delfina Gaona no ha realizado un cambio de carril en el EdoMéx, no hay aún logros que presumir, más allá de un tema de incidencia delictiva no ha habido la presentación de un plan de gobierno, no se han dado los primeros pasos para que la ciudadanía perciba la diferencia de un gobierno estatal estilo 4T Texcocano.
Más aún los candidatos de Morena, están en la sozobra de conocer si la operación política y electoral llegará desde Lerdo 300 o desde la plaza de la constitución, o simplemente no llegará; por lo tanto estarán en posibilidad de medirse con “El último PRI”, en una cancha medianamente pareja, lo que pondría en su justa dimensión a ambos partidos o en su caso a ambas coaliciones.
La apuesta por el territorio y los votos, va de la mano del efecto de la aceptación presidencial, indudable, pero también del trabajo en campo y los resultados locales de los actores políticos del PRI y la alianza; esta elección sin duda estará con este fantasma rondando, si como todo gobernador mexiquense Delfina cargará los dados a favor de su partido o si los alcaldes apostarán su resto para ganar la elección.
El PRI ya no tiene gobernador, habrá que ver si Morena ya tiene una…o uno
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